EL JARDÍN BOTÁNICO

Sin necesidad de remontarnos a las épocas (1537-1570) de creación del Colegio de San Nicolás, hoy Instituto de Educación Secundaria Cardenal López de Mendoza, no cabe duda de que el recinto ajardinado que posee ha sido siempre un referente para la ciudad y para el propio centro.

Los primitivos terrenos de la huerta del Moral, en el burgalés barrio de la Vega, que inicialmente sirvieron de solar donde edificar el citado Colegio y huerta de donde sacar el sustento para los colegiales, con el paso del tiempo (1837) se transformaron, primero, en terrenos de experimentación agrícola anexos a la Cátedra de Agricultura y, después, en Jardín Botánico de diseño Victoriano para deleite, disfrute y descanso de los profesores.

El jardín del Instituto ocupa unos 1800 m2, colindantes al exterior del recinto con la plaza de Luis Martín Santos y la calle Carmen. Por el interior limita con la fachada lateral izquierda del edificio noble y una verja que lo separa del patio de alumnos.

Consta de dos espacios: el más pequeño junto al citado patio donde aún se conserva parte del primitivo diseño de jardín victoriano, muy al gusto de la época, de parterres circundados por un seto de boj de escasa altura y pasillos radiales que convergen hacia un estanque central, con vegetación y fauna acuáticas; y otro, de mayor superficie y junto al edificio noble que, aunque también poseía similar diseño, fue reformado en los años 80 a causa del avanzado estado de deterioro de los setos, que fueron sustituidos por la base de césped actual.

No obstante, la mayoría de las especies arbóreas y arbustivas existentes entonces se siguen conservando. Entre ellas destacan, por centenarias, una secuoya gigante, un tejo, un cedro del Himalaya, dos castaños y un granado.

En estos jardines, se dice, tuvo lugar el primer encuentro entre María Teresa León y Rafael Alberti, en una de las ediciones de los Cursos de Verano para extranjeros implantados en nuestra ciudad desde 1908 por Ernest Merimée y Rodrigo de Sebastián. Por estos mismos jardines pasearon también ilustres profesores burgaleses como don Eduardo Augusto de Bessón, don Raimundo de Miguel, don Eloy García de Quevedo, don Tomás de Alonso y Armiño, don Teófilo López Mata, y tantos otros que no por falta de renombre dejan de ser importantes, aunque si largos de enumerar.

Paradójicamente, sin embargo, los jardines están dedicados a un palentino de Alar del Rey, que durante 25 años estuvo al frente de la cátedra de filosofía: don Luis Martín Santos, entrañable profesor, filósofo y humanista. Él mismo, en el marco de un sencillo acto académico, descubrió la placa conmemorativa con la que siempre se recordará su magisterio.

Ya que nuestro centro goza del privilegio de contar con este espacio, desde nuestra perspectiva docente estamos intentando potenciar este singular patrimonio poniéndolo a disposición de los alumnos, para que así tengan la posibilidad de ampliar sus conocimientos específicos y, al tiempo, aprendan a quererlo, conservarlo y verlo como parte de su vida diaria.

En este sentido, varios departamentos encabezados por el de Biología y Geología hemos acometido un Proyecto de Innovación titulado El jardín del centro como aula de medio ambiente, mediante el que tratamos de conjugar el mantenimiento de la estructura clásica y los usos tradicionales del Jardín Botánico con la entrada de alumnos a realizar actividades de aula dirigidas que tengan como sustrato dicho jardín, además de intervenir en la colocación de paneles informativos, cajas-nido y otras estructuras de elaboración propia que guíen el trabajo o los itinerarios a realizar, es decir, en definitiva, un proyecto para aprovechar el potencial docente de este Jardín Botánico e integrarlo en el modelo docente de calidad que pretendemos desarrollar.